En muchas situaciones de nuestra vida cotidiana usamos disoluciones entre las
que se encuentran el agua potable, que es una disolución muy diluida de
sustancias químicas inofensivas, el vinagre que es una disolución de ácido acético
con agua, un refresco que es una disolución que contienen CO2 disuelto, muchos
medicamentos como jarabes para la tos, analgésicos en forma de tabletas,
antibióticos en ampolletas, o los sueros salinos y glucosados que se emplean en
los hospitales. En fin, podríamos continuar con una gran lista de ejemplos de
mezclas que tienen aplicación en la vida diaria.
De entre las mezclas homogéneas hay que destacar a las disoluciones, en las
cuales las partículas son tan pequeñas que jamás se sedimentan y no se les
puede ver ni con microscopios muy potentes, algunas de ellas tienen una
apariencia tan clara como el cristal, a tal grado que muchas disoluciones incoloras
tienen exactamente la misma apariencia que el agua.
Por la mañana, desde que despiertas, estas en contacto con una gran cantidad de
mezclas. Al bañarte, el agua potable que utilizas es una mezcla de agua con
sustancias que eliminan las bacterias, al lavarte los dientes utilizas pasta dentífrica
taza de café o un vaso de leche con chocolate, si te duele la cabeza ingieres un
analgésico que también es una mezcla y así, durante las actividades del día,
seguramente empleas otras mezclas más de uso cotidiano. Si eres observador,
todas las mezclas mencionadas tienen ingredientes específicos los cuales se
encuentran en determinadas concentraciones. Por ejemplo, el agua potable
contiene una cierta cantidad de cloro en ppm, la pasta dentífrica está elaborada
con cantidades específicas de los ingredientes que la componen, al prepararte una
taza de café o el vaso de leche con chocolate por lo regular utilizas las mismas
proporciones, también, el analgésico que empleamos para aliviar el dolor de
cabeza tiene una determinada concentración de sus componentes.
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